ARTE BA
22 - 26 mayo 2009
La Rural, Buenos Aires
ARTISTAS PARTICIPANTES
Amadeo Azar
Federico Lanzi
Martin Legón
José Luis Serzo
Florencia Rodríguez Giles
Nicola Costantino
José Luis Santalla
Santiago Talavera
Actividad realizada con la ayuda del Ministerio de Cultura
Amadeo Azar
La pintura de Amadeo Azar habla de la ausencias sus temas recurrentes son los espacios arquitectónicos ejecutados con una técnica que recuerda la de las ilustraciones de catálogos de mobiliario para cocina u oficinas. El cine también ocupa un lugar importante en el desarrollo de sus temas, utilizando escenas de películas emblemáticas como Pulp Fiction. En estos espacios de manera conspicua, han desaparecido los seres humanos. Por omisión, la presencia de éstos se vuelve más punzante, más palpable. Como si tan solo unos momentos antes, hubieran estado sentados en los muebles o comiendo el desayuno. Es el momento que ha elegido el pintor para “retratarles”. Queda así interrumpida la narrativa lineal, dejando en manos del espectador el terminar la historia…o comenzarla.
Martin Legón
Legón congela en pausa un relato de influencias cinematográficas. Elige un instante preciso, previo a la tragedia o al clímax, que induce al espectador a crear los próximos fotogramas o quedar suspendido en la tensión que genera el momento. Envuelto en un clima sórdido y estancado en un tiempo muerto pre-cataclismo, sostenido y arrastrado, sobrevuela ciertos tonos de la narrativa norteamericana pos-beat y lo apoya con una estética que combina, sin jerarquías, raíces de lo alto y lo bajo: la larga trayectoria de la historia del arte y la velocidad más frenética del story board o el cómic. Pero más importante aún es la forma en la que repiensa el uso de lo simbólico, estrategia visual devaluada en las últimas décadas. Legón se apropia del símbolo como un readymade –elemento ya dado- y, sin perder la energía histórica que tiene el significado de esa imagen, lo transforma en su protagonista fetiche que reviste con características contrapuestas, propias y prestadas, haciéndolo circular entre sus series para indagar sobre su posible esquizofrenia.
Texto de Javier Villa - La Nación
José Luis Serzo
Blinky Rotred ha decidido conseguir su sueño, equilibrar los elementos de su realidad y aprovechar el viento a favor para elevarse. Volar. Sobrevolar la tierra y los campos de trigo, tocar las nubes y sentir el frío de las alturas mientras el sol evidencia su día iluminándolo todo.
Elevarse como una simple cometa, en una sencilla cometa, prolongación de sí mismo. Como ya lo hicieran en la China, según relataba Marco Polo, para augurar los viajes navales. Para ello cuenta con la ayuda de su gente cercana, su mujer Beatrice, sujetará en todo momento la cuerda de Blinky para que no se pierda por los aires; su fiel amigo, el arquitecto G. del Olmo, que le resolverá los problemas técnicos y aerodinámicos de su vuelo; la diseñadora Mateos le ayudará a solucionar el traje de vuelo, e incluso el mismísimo Hombre Topo, su antagónico admirado, le servirá de referente y ejemplo en lo costoso de la persecución de un sueño. Todos ellos confiarán en su proyecto y estarán dispuestos a ayudarle.
El fantástico vuelo del hombre cometa" nos relata una aventura sencilla y eterna en la historia de la humanidad: el sueño de volar. Narrada mediante múltiples disciplinas: pintura, fotografía, objetos referenciales, escultura, vídeo. y presentada a modo de falso documental en una exposición donde realidad y ficción van de la mano para sobrecogernos con una nueva leyenda.
Nicola Costantino
Nicola Costantino nace en Rosario, Argentina (1964), donde se forma y da sus primeros pasos profesionales hasta que en 1994 se traslada a Buenos Aires para participar en el Taller de Barracas de la Fundación Antorchas, coordinado por Pablo Suárez y Luis Fernando Benedit.
A partir de 1997, su presencia en el circuito internacional se consolida con su participación en diferentes ferias y bienales. En 1998 representa a Argentina en la Bienal de Sao Paulo y en la primera Bienal de Liverpool. Un corsé de pezones masculinos entró a formar parte de la colección del MOMA. Posteriormente mostraría su trabajo en el MNBA de Buenos Aires y en la sala de proyectos de la Fundación Joan Miró de Barcelona.
El año 2004 es un año de inflexión en su carrera: por una parte culmina la serie Animal, Motion Planet, que supone el final de sus investigaciones con pieles y animales; a la vez realiza “el lanzamiento” de Savon de corps, en el MALBA, primera ocasión en que se convierte en protagonista de su propio trabajo.
Dos años más tarde, su encuentro con Gabriel Valansi, significa su entrada al mundo de la fotografía con dos líneas de trabajo: las referencias a obras significativas de la historia del arte y aquellas en las que cruza elementos de su imaginario o identidad como artista. La constante es el protagonismo iconográfico de la propia autora.
José Luis Santalla
Dejamos atrás un siglo en el que se han asentado firmemente las bases de lo que nos encontraremos en el futuro. Un futuro incierto, más desconocido que inimaginable. Por eso la imaginación se ha convertido en una necesidad, en una herramienta imprescindible para soportar el ritmo de vida que llevamos. Nos facilita el trabajo, el ocio y hasta puede proporcionarnos algo de dinero que nos alegre la vida si sabemos vender una buena idea; pero sobre todo, y esto es lo más importante, nos garantiza la salud mental. Es el mejor seguro médico que podríamos hacernos en un mundo que te proporciona con una mano todo lo que puedes desear mientras que con la otra te lo quita al menor descuido, dejándote vacío, solo e inutilizado.
Así nace este proyecto, como un producto de la imaginación basado en la inventiva de una novela y llevado al terreno de arenas movedizas del lenguaje fotográfico, donde mejor se cuestionan los conceptos de realidad o ficción. El primer paso fue averiguar si esos personajes de la novela pudieran existir ya entre nosotros. Después habría que fotografiarlos para poder identificarlos y clasificarlos, como si de un casting cinematográfico se tratara, y así obtener finalmente el retrato deseado.
Para mi sorpresa no tardé en encontrar lo que buscaba. Fue en la calle mientras paseaba cuando descubrí a uno de ellos, y luego, como un relámpago, apareció otro y otro más. No tuve que sacarlos de la nada o transformar rostros en un ordenador; los personajes existían y por lo tanto eran fotografiables. Estaban por todas partes, mezclados entre nosotros, y sin embargo, nunca antes había sido consciente de su existencia. No nos resultan extraños porque estamos acostumbrados a su presencia, pero rara vez les hemos sostenido esa mirada que tienen, tan silenciosa y humana…
Ellos nos han visto crecer y con el tiempo han ido enseñándonos sutilmente cómo teníamos que vestirnos, a cada edad y en cada acontecimiento específico. Nos conocen muy bien. Son personajes tranquilos que nos acechan de modo inquietante; atractivos, de equilibrada personalidad aderezada en la mayoría de ellos con una exuberante sensualidad. Perfectos físicamente, eternamente jóvenes, son en definitiva los más ejemplares, los que por méritos propios entran a formar parte de lo que se podría llamar Un mundo feliz.
Santiago Talavera
El interés de Santiago Talavera por los espacios fragmentarios recrea en las obras de esta exposición un universo extraño, a la vez tierno y terrible donde las piezas que lo conforman han emprendido un camino de riesgo. Los objetos se muestran ambivalentes: miniaturizados, derramados por algún imprevisto o listos para ser redescubiertos. Los escenarios podrían ser maquetas de un niño, y lo que ocurre en ellos evoca un (a veces) necesario desastre para reajustar la realidad; un caos calculado y sin riesgos, porque nos sentimos más a gusto o a la medida de nuestras fuerzas delante de un tablero de ajedrez que a la vista, improbable y farragosa, de la infinitud del universo.