ARTUR LESCHER
(1962, Brasil)

Lescher presenta parte de su última producción escultórica Paisagem Mínima, que da perfecta cuenta del interés del artista brasileño por la búsqueda de la forma perfecta. Así, cada escultura es el resultado de una idea construida en el ámbito de la imaginación que es examinada, depurada y enriquecida, hasta encontrar su forma final.1  Una forma, que en su aparente austeridad de recursos, esconde una cierta voluptuosidad fruto de la tensión generada entre los diferentes materiales que se mezclan en cada pieza.

Sus obras buscan el límite, la tensión, un movimiento en potencia que se despliega a partir de una línea imaginaria. 2 como es el caso de Agulha de 2 cabos, pieza  que resulta de la expansión de las vibraciones de una línea vertical que materializa lo inmaterial. En Cometas , en cambio, la contradicción surge de enlazar suelo y techo, haciendo patente la velocidad en formas estáticas, inamovibles.3 Al mismo tiempo, Lescher dota a cada pieza de títulos que anclan sus formas cuasi-abstractas en el territorio de la figuración, del ámbito reconocible del paisaje.4  Un paisaje minimalista producto de la reflexión, de un desprendimiento de las formas, donde lo mitológico, lo eterno, lo incontaminado, se impone; pureza que se ve potenciada por la factura perfecta y acabado industrial de cada una de sus piezas.

La escultura de Artur Lescher invita al espectador a la reflexión, lo asalta desde planos insospechados, integrándose en la arquitectura, formando y transformando el espacio que la acoge. Creando cortes, líneas, planos, huecos que alimentan un silencio misterioso, una poética de la calma, bajo la que parece que algo está a punto de suceder, en una acción discreta y lenta rumbo al desequilibrio.

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