Olga Andrino, con la colaboración especial de Nacho Cano

 

Con motivo de la proximidad de las fiestas navideñas Olga Andrino, Burgohondo (Ávila), 1959, presenta en la galería Blanca Soto Arte una exposición de trabajos en torno a la idea de la memoria, la infancia y la nostalgia de un paraíso perdido.

La escultora aborda el tema de una infancia perdida, de un mundo en el que la forma de jugar, el acercamiento al otro y la sencillez de lo tradicional eran la base del aprendizaje y la diversión.

 

Se asoma, así a un mundo obsoleto, decadente, que existe sólo en la memoria de un tiempo pasado.  Una memoria que se materializa en el cemento como transmisor del recuerdo y al mismo tiempo denota la fosilización de un mundo que ya no es posible, un modo de ser muerto, como los niños-fósiles que son sus esculturas. Una visión triste que deja un resquicio de esperanza gracias a la participación en este proyecto de Nacho Cano, quien, con su música, exorciza los sentimientos de tristeza y nostalgia, para transmutar la pérdida en reencuentro, tanto de la mirada infantil como del lugar de aprendizaje y juego, eL paTio. La galería así se convierte en un recinto (evocador) emulador de los tradicionales patios de recreo, donde interior y exterior confluyen alrededor del juego como principal protagonista y donde la música cobra especial relevancia como transmisora de la esencia infantil.