NATURALEZA ESPAÑOLA - Manuel Barbero | Galeria Blanca Soto
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NATURALEZA ESPAÑOLA

Manuel Barbero

5 mayo - 3 julio 2011

Calle Alameda 18, Madrid

Es un conjunto de pinturas y esculturas inspiradas en una visión variopinta de la naturaleza.

 

En una reciente charla, el artista introducía de esta manera su último proyecto:

 

Recuerdo que en mi infancia algunos de los libros sobre naturaleza hacían referencia a una visión épica del mundo natural. Los propios títulos incluían adjetivos que atrapaban la atención del joven lector como si se fuese a sumergir en una gran novela de aventuras: animales salvajes, sorprendentes criaturas, insoldables selvas, peligrosos reptiles, seres maravillosos, fabulosos reinos vegetales y minerales. La naturaleza era un espacio mágico, sorprendente y lleno de misterios. La existencia, con mayúsculas, se presentaba como una gran hazaña cotidiana y se describía de forma tan epopéyica que era difícil no dejarse atrapar por sus  atrayentes tentáculos.

 

El artista ha querido recuperar para esta exposición esa presentación épica de lo natural que tanto tiene que ver con  lo artístico (asunto épico también, en los tiempos que corren). “De lo que hablaban todos aquellos libros de naturaleza no era de otra cosa que de la supervivencia, de la necesidad de sobrevivir y utilizar todas las herramientas posibles para conseguirlo. La belleza de la naturaleza y de sus protagonistas reside en su capacidad de escoger de manera inmaculadamente hermosa  y eficaz los colores, tamaños, formas y diseños más adecuados para sobrevivir.

 

Manuel Barbero ha querido detener la mirada en lo nimio para elevarlo a la categoría de lo relevante. Los charcos, gusarapos, cardos o inexistentes mandrágoras en gestación que pueblan los territorios de lo invisible son presentados en esta exposición como los grandes protagonistas de la aventura de la naturaleza. Por una vez las grandes estrellas de lo natural: bellas estampas del Cañón del Colorado, leones devorando cebras u orquídeas de colores exquisitos, dejan paso a lo que pasa inadvertido en los diversos reinos naturales.

 

He creído necesario prestar más atención a lo (aparentemente) intrascendente porque, muchas veces, sobre ello se edifica lo que consideramos sustancial.  Es una atención filtrada por el sentido del humor, que considero que es el mejor instrumento para acercarse al conocimiento. En la naturaleza encontramos mucho sentido del humor y puede ser interesante apoyarse en él para suavizar la enorme carga de dramatismo que parece rodear nuestra existencia”.

 

Las piezas expuestas son un guiño a lo cercano y, por ende, a identificarnos con lo cercano. Todos hemos pisado alguna vez un charco o hemos catalogado como bicho a algún animal del que desconocíamos su nombre y especie. Nos hemos referido con desprecio a ese cardo con el que nos hemos pinchado o hemos jugado a la alquimia de la vida viendo germinar un guisante o convertirse al gusano en un capullo. Estas pequeñas experiencias tan cercanas, tan cotidianas, tan intrascendentes pero a su vez tan especiales, tan de un momento de nuestras vidas, merecían ser elevadas a la categoría de lo épico”.

 

Manuel Barbero no ha querido tampoco renunciar a la poesía, ni dejar pasar la oportunidad de reivindicarla como una de las grandes armas para luchar contra la banalidad. “Aunque intento huir de lo banal, reconozco que, en algunas ocasiones, la banalidad puede esconder la posibilidad de reflexionar sobre cuestiones más profundas. Es algo así como cuando nos quedamos mirando una lata de refresco flotando en mitad de un charco y acabamos pensando en la importancia de la genética para la curación de enfermedades. Hay veces que tras lo superfluo se esconde lo necesario.

 

Si cardo, bicho o charco nos remiten, por un lado, a una peculiar naturaleza, por otro, nos remiten a lo español. Manuel Barbero utiliza el término concibiéndolo como una manera de ser, de entender y de ser entendido. Una sana ironía sobre los vínculos que nos unen como pueblo tanto en lo natural como en lo terrenal. Hay mucho sentido del humor concentrado en lo español, como puede haberlo en el lanzamiento de pipos de aceituna o en los corrillos de comedores de pipas en la plaza de un pueblo.

 

Si tuviese que dar una receta para esta exposición sería la siguiente:

Introducir en una batidora lo que le dijo una vez el padre de Jeff Bridges a su hijo, los mini libros sobre reinos animales de 1980, unas gotas de ron Barceló, algo de Escher, Fontcuberta y Félix, un par de  museos de ciencias naturales, la colección que puedas tener guardada en un cajón del armario, una licencia de buceo y varias inmersiones, los bestiarios que tengas por casa, los musgos de las charcas y las travesías por los charcos, los montes de Biar o de algún otro pueblo que te emocione y alguna otra cosa más que puedas creer de necesidad. Mezclar bien estos serios  ingredientes y servir en caliente una exposición parecida a esta.

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