Desarrollado su carrera profesional en tres grandes empresas, ocupando diferentes cargos de responsabilidad.

 

Llega al arte a través de doce años de conversaciones prolongadas con el pintor y poeta Manuel Padorno, quien lo introduce con detalle y cuidado, no solo en el acercamiento a la pintura y la literatura, sino también a la escultura y la arquitectura.

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La obra de Malevich, Rothko, Pollock, Millares, Brancusi, Oteiza, Chillida, Chirino, Palladio, Ghery, Moneo, entre otros, se vuelve familiar para él.

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Como una respuesta lenta a esta intensa inmersión, especialmente en la escultura, Daniel comenzó a experimentar con alambre y arcilla; continuó con madera, dibujos, collages y grabados hasta que finalmente comenzó a trabajar en hierro, un material tan cercano a sus raíces (Zumarraga está en el corazón de Gipuzkoa, en el valle del hierro).

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Aprende el oficio de la forja y allí continúa en la fragua, buscando su camino... en hierro.